Cuando era niña competía en gimnasia deportiva. Ya con 12 años me llamaba mucho la atención la importancia de mantener la concentración y de encarar las competiciones con ambición, competitividad y optimismo. Recuerdo que entraba en el tata mi, y segundos antes de iniciar el ejercicio, me temblaban las piernas y sólo pensaba en la desgracia que supondría olvidarme de todas las piruetas en esas milésimas de segundos antes de comenzar la música. Lo recuerdo como un momento aterrador. Hace 25 años la psicología deportiva era una ilusión, pero no una realidad.
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